viernes, 30 de noviembre de 2012

Los hombres se sienten atraídos por mujeres que se les parecen

Los hombres encuentran más atractivas a las mujeres con las que comparten ciertos rasgos faciales. Esta es la conclusión a la que ha llegado un estudio realizado por un equipo del Instituto de Ciencias de la Evolución de Montpellier (ISEM). Los científicos se interesaron en ciertos rasgos de la cara, como el color de los ojos y el cabello, los labios gruesos y las cejas, o la presencia de un hoyuelo en la barbilla. Pero a diferencia de la mayoría de los estudios que se han realizado hasta ahora, obtuvieron información relacionada con los rasgos de los hombres encuestados, y los de las mujeres que éstos encontraban atractivas. Este estudio, que se ha publicado en la revista PLoS One, refuerza la teoría del emparejamiento selectivo (homogamia), según la cual, las personas buscan una pareja sexual que se les parezca, y la extiende a los rasgos genéticos.

El estudio, conducido por investigadores franceses, ha concluido que los hombres encuentran más atractivas a las mujeres con las que comparten ciertos rasgos faciales. Crédito: Gareth Williams (flickr).
El estudio, conducido por investigadores franceses, ha concluido que los hombres encuentran más atractivas a las mujeres con las que comparten ciertos rasgos faciales. Crédito: Gareth Williams (flickr).
Hasta la fecha se han realizado numerosos estudios sobre las características que hacen que una mujer sea físicamente atractiva. La mayoría, se han interesado en los rasgos relacionados con los niveles de hormonas y la fertilidad. El trabajo presentado por los investigadores de ISEM se ha centrado, en cambio, en las características que no ofrecen ninguna ventaja selectiva particular, tales como el color de los ojos, o el grosor de los labios.
Mediante experimentos, los investigadores trataron de probar dos supuestos evolutivos distintos, aunque no exclusivos. El primero es el de la homogamia. En muchas especies animales se ha observado que los individuos tienen tendencia a inclinarse hacia parejas potenciales que se les asemejan. En otras palabras, a individuos genéticamente similares. La segunda hipótesis es la de la incertidumbre de la paternidad, que es propia de las especies en las que los padres cuidan de su descendencia. Con el fin de no invertir recursos en un niño que no es de ellos, los hombres tienden a preferir a las mujeres por sus rasgos recesivos. Por ejemplo, un hombre preferirá ojos azules y labios finos, que son rasgos recesivos en comparación con ojos marrones y labios gruesos. Esto, con el fin de reconocer sus propias características en el niño.
Ejemplo de caras artificiales utilizadas en el segundo experimento (realizado con caras hechas con un ordenador). A los hombres se les pidió elegir la cara que encontraran más atractiva. Las caras difieren en cuanto al estado (recesivo o dominante) del color de los ojos y el cabello, las cejas espesas y los labios, así como el mentón hendido. Crédito: Jeanne Bovet.
Ejemplo de caras artificiales utilizadas en el segundo experimento (realizado con caras hechas con un ordenador). A los hombres se les pidió elegir la cara que encontraran más atractiva. Las caras difieren en cuanto al estado (recesivo o dominante) del color de los ojos y el cabello, las cejas espesas y los labios, así como el mentón hendido. Crédito: Jeanne Bovet.
Para probar estas hipótesis, los investigadores primero pidieron a un centenar de hombres que eligieran las fotos de rostros femeninos, que encontraran atractivos. Luego, repitieron el proceso en otro grupo de hombres, pero esta vez con caras construidas por ordenador. Los resultados mostraron que los hombres eligieron preferentemente las caras con las que compartían ciertos rasgos. Así, en el segundo experimento, de cuatro caras diferentes, en el 37% de los casos, optaron por aquellas con las que compartían al menos un rasgo. Sin embargo, no se encontró evidencia que reforzara el supuesto de la incertidumbre de la paternidad.
En un segundo paso, los investigadores analizaron las imágenes de parejas reales, que tuvieran al menos un hijo. Esto, para determinar si estas preferencias habían tenido una influencia real en la elección de pareja. Los resultados han mostrado, nuevamente, que las parejas tienen más características faciales en común que dos individuos tomados al azar de la población. La importancia de la homogamia en la elección de pareja, aún se ha estudiado poco, y plantea muchas interrogantes. Por ejemplo, ¿los hijos de una pareja relativamente cercana en términos genéticos tienen aluna ventaja? También queda por determinar si se trata de un fenómeno específico de la cultura occidental, o si ocurre en otras culturas.

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