Los
hombres encuentran más atractivas a las mujeres con las que comparten
ciertos rasgos faciales. Esta es la conclusión a la que ha llegado un
estudio realizado por un equipo del Instituto de Ciencias de la
Evolución de Montpellier (ISEM). Los científicos se interesaron en
ciertos rasgos de la cara, como el color de los ojos y el cabello, los
labios gruesos y las cejas, o la presencia de un hoyuelo en la barbilla.
Pero a diferencia de la mayoría de los estudios que se han realizado
hasta ahora, obtuvieron información relacionada con los rasgos de los
hombres encuestados, y los de las mujeres que éstos encontraban
atractivas. Este estudio, que se ha publicado en la revista PLoS One,
refuerza la teoría del emparejamiento selectivo (homogamia), según la
cual, las personas buscan una pareja sexual que se les parezca, y la
extiende a los rasgos genéticos.
El estudio, conducido por investigadores
franceses, ha concluido que los hombres encuentran más atractivas a las
mujeres con las que comparten ciertos rasgos faciales. Crédito: Gareth
Williams (flickr).
Hasta la fecha se han
realizado numerosos estudios sobre las características que hacen que
una mujer sea físicamente atractiva. La mayoría, se han interesado en
los rasgos relacionados con los niveles de hormonas y la fertilidad. El
trabajo presentado por los investigadores de ISEM se ha centrado, en
cambio, en las características que no ofrecen ninguna ventaja selectiva
particular, tales como el color de los ojos, o el grosor de los labios.
Mediante
experimentos, los investigadores trataron de probar dos supuestos
evolutivos distintos, aunque no exclusivos. El primero es el de la
homogamia. En muchas especies animales se ha observado que los
individuos tienen tendencia a inclinarse hacia parejas potenciales que
se les asemejan. En otras palabras, a individuos genéticamente
similares. La segunda hipótesis es la de la incertidumbre de la
paternidad, que es propia de las especies en las que los padres cuidan
de su descendencia. Con el fin de no invertir recursos en un niño que no
es de ellos, los hombres tienden a preferir a las mujeres por sus
rasgos recesivos. Por ejemplo, un hombre preferirá ojos azules y labios
finos, que son rasgos recesivos en comparación con ojos marrones y
labios gruesos. Esto, con el fin de reconocer sus propias
características en el niño.
Ejemplo de caras artificiales utilizadas en
el segundo experimento (realizado con caras hechas con un ordenador). A
los hombres se les pidió elegir la cara que encontraran más atractiva.
Las caras difieren en cuanto al estado (recesivo o dominante) del color
de los ojos y el cabello, las cejas espesas y los labios, así como el
mentón hendido. Crédito: Jeanne Bovet.
Para probar estas
hipótesis, los investigadores primero pidieron a un centenar de hombres
que eligieran las fotos de rostros femeninos, que encontraran
atractivos. Luego, repitieron el proceso en otro grupo de hombres, pero
esta vez con caras construidas por ordenador. Los resultados mostraron
que los hombres eligieron preferentemente las caras con las que
compartían ciertos rasgos. Así, en el segundo experimento, de cuatro
caras diferentes, en el 37% de los casos, optaron por aquellas con las
que compartían al menos un rasgo. Sin embargo, no se encontró evidencia
que reforzara el supuesto de la incertidumbre de la paternidad.
En un segundo paso,
los investigadores analizaron las imágenes de parejas reales, que
tuvieran al menos un hijo. Esto, para determinar si estas preferencias
habían tenido una influencia real en la elección de pareja. Los
resultados han mostrado, nuevamente, que las parejas tienen más
características faciales en común que dos individuos tomados al azar de
la población. La importancia de la homogamia en la elección de pareja,
aún se ha estudiado poco, y plantea muchas interrogantes. Por ejemplo,
¿los hijos de una pareja relativamente cercana en términos genéticos
tienen aluna ventaja? También queda por determinar si se trata de un
fenómeno específico de la cultura occidental, o si ocurre en otras
culturas.
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