Para ello, los autores trabajaron con el peso del recién nacido, el índice de masa corporal de los padres, el número de miembros en la familia, el estatus profesional de la madre y si esta fumaba o no durante el embarazo.
Este novedoso test se desarrolló a partir de un trabajo realizado en 1986 en Finlandia con los datos de 4.000 recién nacidos.
Los autores descubrieron que la información no genética era
suficiente para estimar qué niños tenían una probabilidad alta de ser
obesos
Los investigadores intentaron inicialmente evaluar si podían predecir
el riesgo de obesidad basándose en los perfiles genéticos, pero no
lograron hacer predicciones precisas. Descubrieron que la información no
genética, que estaba fácilmente disponible, era suficiente para estimar
qué niños tenían una probabilidad alta de ser obesos en la infancia.Además, los autores contrastaron la eficacia de la fórmula en distintas pruebas usando datos de otros estudios desarrollados en Italia y EEUU.
Philipp Froguel, del Imperial College de Londres, y líder de la investigación, resalta sus ventajas: “Este test se hace en muy poco tiempo, no requiere análisis en el laboratorio y es totalmente gratuito”.
Froguel aclara además que los parámetros empleados son factores de riesgo de obesidad bien conocidos, pero señala que es “la primera vez que se han usado conjuntamente para predecir el riesgo de obesidad infantil al nacer”.

“Una vez que un niño es obeso, es difícil que pierda peso, así que la prevención es la estrategia más adecuada, y debe comenzar lo antes posible”, afirma Froguel. “Sin embargo, las campañas públicas de prevención no suelen ser efectivas, y enseñar a los padres los peligros de sobrealimentar a sus hijos sería más eficaz”, concluye el autor.
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